martes, 23 de febrero de 2010
ABUELAS IDENTIFICO AL NIETO 101, FRANCISCO MADARIAGA QUINTELA
Silvia Mónica Quintela dio a luz en cautiverio. Su marido, Abel Pedro Madariaga, logró sobrevivir y al volver del exilio se incorporó a Abuelas para buscar a su hijo. Lo encontró hace pocos días. Hoy se presentarán juntos ante la prensa.
La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo dará a conocer hoy en una conferencia de prensa todos los detalles que permitieron recuperar al nieto 101, que durante más de treinta y dos años fue privado de su identidad por sus apropiadores. Francisco Madariaga Quintela es hijo de Silvia Mónica Quintela, secuestrada y asesinada en el centro clandestino de detención Campo de Mayo. Su padre, Abel Pedro Madariaga, logró sobrevivir, y tras volver del exilio, se unió a la Asociación Abuelas para iniciar personalmente la búsqueda de su hijo, en lo que constituye un caso inédito en este tipo de investigaciones. En tanto, su apropiador, el capitán retirado y ex carapintada Víctor Alejandro Gallo, fue detenido el viernes pasado.
Silvia Quintela fue secuestrada por la dictadura militar en la mañana del 17 de enero de 1977 en la localidad bonaerense de Florida, cuando estaba embarazada de cuatro meses. A las 9.30, y mientras caminaba por la calle Hipólito Yrigoyen rumbo a la estación de tren para encontrarse con una amiga, fue rodeada por tres vehículos pertenecientes a un grupo de tareas. Personal de civil que pertenecía al Primer Cuerpo del Ejército la introdujo en uno de los Ford Falcon y se la llevó con rumbo desconocido. Silvia, de profesión médica, tenía en ese momento 28 años y dedicaba parte de su tiempo a la militancia en la Juventud Peronista y a la atención de personas carenciadas en una clínica de la localidad bonaerense de Beccar. Su compañero, Abel Madariaga, secretario de prensa y difusión de la organización Montoneros, fue testigo pero logró escapar. Esa misma tarde, otro grupo de tareas realizó un allanamiento en la casa de la madre de Silvia y allí le comunicaron que había sido detenida.
Exiliado primero en Suecia, en 1980, y luego en México, Madariaga regresó temporalmente a la Argentina en 1983, donde se entrevistó con varios sobrevivientes del centro clandestino de detención Campo de Mayo. A su regreso de manera permanente, se unió a Abuelas de Plaza de Mayo, ocupando el cargo de secretario, para encabezar en persona la búsqueda que le permitiese dar con el paradero de su compañera. Esos testimonios pudieron aportar datos fehacientes de su destino de cautiverio y del nacimiento de su hijo, que luego fuera apropiado.
Beatriz Castiglione, sobreviviente de El Campito y compañera de detención de Silvia junto a otras embarazadas, ratificó haberla visto cautiva en Campo de Mayo y recordó que su seudónimo en el centro clandestino era “María”. Para ese entonces ya cursaba su séptimo mes de gestación.
Otro de los testimonios clave fue el de Juan Carlos Scarpati, con quien Quintela estuvo detenida. En su declaración, Scarpati afirmó que fue atendido por la médica en una lugar llamado Las Casitas –dentro del CCD Campo de Mayo–, en virtud de las heridas que le habían provocado al capturarlo. El mismo testigo aseguró que Quintela dio a luz fuera de la sala de partos de El Campito cuando los alumbramientos comenzaron a realizarse por cesárea programada en el Hospital Militar de Campo de Mayo. “Pude estar unas horas con él”, comentó al reincorporarse al día siguiente ya sin su bebé y con la promesa de sus captores de entregarlo a su familia.
El capitán retirado del Ejército y ex carapintada Víctor Alejandro Gallo fue detenido el viernes pasado, mientras se daba a conocer a las partes el resultado de los estudios que probaban su vínculo. Gallo se encuentra ahora imputado por el delito de apropiación ilegal de un menor de edad, pero también había sido condenado en 1997 a diez años de prisión, por la Cámara Penal de San Martín. En ese caso, se lo encontró culpable de los delitos de robo calificado, tenencia de arma de guerra, privación ilegal de la libertad y coacción, junto a otras dos personas que la Justicia condenó por la llamada Masacre de Benavídez, ocurrida el 6 de septiembre de 1994.
La conferencia de prensa en la que padre e hijo se mostrarán juntos por primera vez se llevará a cabo hoy a las 12. De esta manera, Abuelas revelará de qué modo se logró recuperar la identidad del nieto número 101 y la red de complicidades que permitieron su apropiación.
actualizado:
Francisco Madariaga Quintela, el nieto 101 que recuperó su identidad, aseguró que siempre sintió que "no pertenecía a la familia" en donde vivía porque "eran muy violentos". Su apropiador fue el capitán retirado del Ejército y ex carapintada Víctor Alejandro Gallo, condenado en 1997 a diez años de prisión por su participación en la llamada Masacre de Benavídez
"Fueron 32 años de angustia, de vivir mucha violencia y maltratos. Ha sido una historia oscura...", confió Francisco en la conferencia de prensa que brindó esta tarde junto a su padre, Abel Madariaga, actual secretario de Abuelas, y la titular del organismo, Estela de Carlotto.
El nieto 101 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo afirmó que vivió "como un fantasma" y con "un vacío adentro inexplicable" durante los 32 años que pasó apropiado por un represor de la dictadura y sin conocer su verdadera identidad.
"Es hermosa la vivencia de encontrar algo tuyo y algo que me habían privado, 32 años, de la verdad", comentó Francisco abrazado a su progenitor.
Francisco Madariaga Quintela es hijo de Silvia Quintela, secuestrada por la dictadura militar el 17 de enero de 1977 en la localidad bonaerense de Florida, cuando estaba embarazada de cuatro meses, y de Abel Madariaga, quien se exilió y regresó al país en 1983.
Carlotto celebró que el apropiador "felizmente esté detenido dada su peligrosidad y el riesgo de vida que corría el chico y la familia biológica".
El militar detenido por estar acusado de la apropiación es el capitán retirado del Ejército y ex carapintada Víctor Alejandro Gallo, que ya en 1997 fue condenado a diez años de prisión por un Tribunal de San Martín por su implicación en la llamada Masacre de Benavídez, donde un matrimonio y su hija fueron asesinados, en 1994.
Carlotto confió que Francisco "tuvo sus dudas y se acercó" a Abuelas de Plaza de Mayo para certificar su identidad y explicó que "todo se desarrollo rápidamente dada la peligrosidad del apropiador... un hombre que está detenido felizmente dado el riesgo que corría el chico de vida y la propia familia biológica".
"En unos días estuvo resuelto el tema (de cotejo del ADN) con el resultado del Banco Nacional de Datos Genéticos que es el único lugar donde se pueden obtener las comparaciones lógicas" con las muestras genéticas de los familiares de los desaparecidos, añadió.
jueves, 11 de febrero de 2010
Envío al Banco de Datos Genéticos
Siete años después de recibir el expediente, intimado por la Cámara Federal de San Martín, denunciado por retardo de justicia y mientras Abuelas de Plaza de Mayo y el Gobierno analizaban la posibilidad de pedir su juicio político, el juez federal Conrado Bergesio ordenó enviar al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) los objetos de uso personal recabados el 30 de diciembre que pertenecerían a Marcela y Felipe Noble Herrera, adoptados de manera irregular en 1976 por Ernestina Herrera de Noble, dueña del grupo Clarín. El organismo que funciona en el Hospital Durand deberá determinar si los objetos contienen ADN y, en tal caso, entrecruzar las muestras con las familias de desaparecidos secuestrados junto a sus hijos o de mujeres que dieron a luz en cautiverio.
Abuelas consideró como “un avance importante que Bergesio finalmente haya actuado acorde con la Ley Nacional del Banco Nacional de Datos Genéticos”, pero manifestó su “preocupación acerca de la calidad de este material genético, obtenido en allanamientos notoriamente irregulares”. Para evitar futuros planteos de nulidad, reclamó que las muestras de sangre brindadas voluntariamente por los jóvenes al Cuerpo Médico Forense “también sean analizadas de manera urgente en el Banco, tal como marca la Ley 26.548”. Abuelas consideró “extraño” que Bergesio no enviara las muestras y sí un hisopado de saliva de Marcela.
Las irregularidades en los allanamientos, a cargo de la Policía Federal de San Isidro, surgen de las declaraciones de los testigos, incluidos los técnicos del BNDG. Bergesio no realizó ninguna inteligencia previa para constatar el domicilio de los jóvenes. Ordenó buscar a Felipe en la casa de la imputada, donde no vivía desde hacía más de un mes. Los custodios de la dueña de Clarín retuvieron a los funcionarios durante 45 minutos, primero por un “cambio de guardias”, luego “para esperar a los abogados” Alejandro Carrió y Jorge Anzorreguy, defensores de las víctimas y de la imputada, que en teoría dormía. Los técnicos del BNDG retiraron un par de pantuflas y una máquina de afeitar de la habitación que hasta su casamiento ocupaba Felipe, a quien no buscaron. En el mismo momento pero en casa de Marcela, también en Martínez, debieron esperar una hora, a pedido de la anfitriona y hasta la llegada de los abogados.
La decisión de Bergesio se produce ocho años después de que el juez Roberto Marquevich –destituido en un juicio político impulsado por Clarín– ordenara la detención de Herrera de Noble por irregularidades en las adopciones. Según la imputada, encontró a la beba en una caja abandonada en su casa de San Isidro. Marquevich comprobó que no vivía allí, que tampoco la vecina ofrecida como testigo vivía en la cuadra y que el supuesto cuidador de la casa vecina era el chofer de la viuda de Noble. Según Abuelas, la falacia sobre el domicilio y la omisión del sistema de turnos fueron determinantes para que interviniera la jueza Ofelia Hejt, quien también dejó su sello en la apropiación de Andrés La Bluda. El expediente de adopción de Felipe muestra que la misma jueza lo entregó en guarda sin determinar las circunstancias del nacimiento. Marchevich determinó que tampoco existió la supuesta madre que lo entregó en adopción.