"Necesito saber si Prieto es o no el bebé que llevaba mi mamá cuando la secuestraron"
María Muratalla cree que uno de los jóvenes apropiados por un represor de la ESMA podría ser su hermano.
Yo no tenía idea que Guillermo Prieto (uno de los dos jóvenes que fueron apropiados por un represor de la ESMA) podría ser mi hermano. Por eso toda mi vida se me vino encima cuando leí en Clarín que mi mamá, María Ester Peralta, podría ser también su madre".
La que habla es una joven, bella mujer de 35 años: María Cristina Muratalla, que ayer decidió contar su historia "para que Guillermo se anime a tener un encuentro conmigo. Sé que no quiere un ADN y se lo respeto; pero sería importante para mí, para seguir viviendo, y también para mi hermano Marcelo, saber si es o no el bebé que mi mamá llevaba en la panza cuando la secuestraron. El tercer hijo de mi mamá".
En la mesa del comedor de su humilde casa de Jesús María, a unos 45 kilómetros al norte de la capital cordobesa, Cristina desparrama decenas de documentos y papeles que acreditan que es hija de María Ester Peralta, nacida el 3 de septiembre de 1959 en Guaymallén, Mendoza. Que tuvo dos hijos, a ella y a Marcelo, con José Andres Muratalla, con quien "las cosas nunca fueron bien, por lo que terminaron separándose".
La joven sigue. Cuenta que su madre "volvió a formar pareja con Oscar Alfredo Zalazar". "El sería el papá de Guillermo Prieto, si se confirma que es mi hermano", completa Cristina con énfasis, casi didáctica, para que el rompecabezas de su historia se entienda.
Es entonces cuando, además de los documentos de identidad de todos, de las fotos de sus padres, muestra una carta que Oscar Zalazar, un joven de facciones alargadas, pelo oscuro peinado para atrás, le envió desde Buenos Aires a Petrona, la abuela materna de Cristina, que vivía y aún vive en Mendoza. En esas dos carillas escritas a mano y con letra de imprenta el 23 de abril de 1976, Oscar le cuenta a su suegra que José (Muratalla), el ex marido de María Ester, los hostiga. Que "les hace la vida difícil".
-¿Sospecha usted que su padre biológico entregó a su mamá?
-No lo sé -responde Cristina, visiblemente aturdida¿. Puede ser. Eso dicen. Pero ojo, todo esto de hablar con la prensa es también para encontrarlo a él. A José Andrés Muratalla. Sé que está vivo. Yo no quiero reclamarle nada. Sólo verlo. Preguntarle porqué nunca, en estos 33 años, nos buscó.
Lo cierto es que el 29 de abril de 1976, María Ester embarazada de cinco meses, y Oscar Zalazar, fueron secuestrados junto a los pequeños Marcelo y Cristina. Los chicos fueron encontrados tres meses después por una tía en una villa miseria de Barracas. "Estábamos desnutridos y yo con tuberculosis", memora Cristina. Zalazar apareció muerto en un callejón; y María Ester fue vista con vida en la ESMA, "donde está acreditado el ex suboficial de la Armada, Guillermo Antonio Prieto, era servicio", le confirmó a este diario Alcira Ríos abogada de Abuelas de Plaza de Mayo.
"A mí y a mi hermano nos crió mi abuela y nunca hemos dejado de pensar en el bebé que mi mamá tenía en la panza. Por eso el terremoto que significó para mí, para Marcelo, leer que Guillermo Prieto podría ser ese tercer hijo de mi madre -recalca Cristina¿. Verlo cara a cara, charlar con él, nos ayudaría a cerrar de algún modo esta historia nuestra. Si él lee esto, que no tenga miedo del encuentro. Sólo queremos cerrar el círculo. Que vea las fotos de sus padres, que nos vea".
Cristina hace fuerza para no aflojar. Antes de despedirse, la mujer repite en un tono que mezcla ruego y deseo: "Ojalá que Guillermo nos ayude a terminar con toda esta incertidumbre".
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